El Ford Focus acaba de estrenar su cuarta generación, totalmente rediseñada desde una hoja en blanco. Así nos lo explicaron los ingenieros de la marca durante su presentación internacional, y así se deja sentir una vez que hemos probado a fondo el modelo, con el acabado deportivo ST-Line y el propulsor 1.0 EcoBoost de 125CV.
Estéticamente, se puede apreciar el retraso del pilar A, con lo que el nuevo Focus gana más espacio para el capó y unos voladizos más cortos. La parrilla mantiene las líneas clásicas de la marca, pero su tamaño se ha agrandado, lo que ofrece una imagen más fiera, acentuada en esta unidad ST-Line calzada por unas grandes llantas opcionales de 18 pulgadas.
Su principal novedad es que estrena plataforma, que Ford denomina C2. Esta base ha permitido aligerar al Focus en hasta 88 kilogramos, al mismo tiempo que ha permitido mejorar la aerodinámica e incrementar el espacio interior. En este sentido, la distancia entre ejes es ahora 53 milímetros mayor, y la zaga es más ancha.
Todo ello se traduce en un habitáculo muy espacioso, de los mejores del segmento para los pasajeros de las plazas traseras, y muy bueno también en las delanteras. No tanto en el maletero, que se queda en 375 litros, casi 100 menos que el mejor dotado del segmento en este apartado. Nos ha parecido, asimismo, que estaba bien aislado de los ruidos del exterior.
Dinámicamente, la nueva plataforma ofrece una estabilidad realmente buena, en conjunto con una dirección muy directa que convierte los pasos por curva en una experiencia muy agradable. En general, y no en solo en esta coyuntura, el Focus se muestra obediente y preciso, a pesar de que nuestro modelo equipaba la opción básica de suspensión trasera, de tipo barra de torsión, en lugar del sistema multibrazo que equipan las versiones más altas de la gama.
Quizá por el buen desempeño general se echa de menos un mayor brío del motor 1.0 EcoBoost tricilíndrico de 125CV. Este propulsor es eficaz si se lleva alto de vueltas, y sus consumos son muy buenos, ya que quedan fácilmente muy por debajo de los 6,5 litros. También resulta suficiente para un uso eminentemente urbano, o sin grandes pretensiones en carretera. Ahora bien, resulta algo escaso si se quiere gozar de la sensación deportiva que el acabado ST-Line predica.
El selector de modos de conducción permite alternar entre tres diferentes perfiles, Normal, Sport y Eco, matizando la respuesta del acelerador y la dirección. En las unidades con cambio automático también afecta a su respuesta. Nuestra unidad, en cambio, equipaba un eficaz cambio manual de seis velocidades, de tacto preciso y agradable, igualmente de los mejores del segmento.
Volviendo al interior, Ford lo ha rediseñado totalmente, empezando por el salpicadero. Está presidido, en nuestro caso, por una pantalla de 8 pulgadas de muy buena calidad de visualización y en el que el sistema operativo Sync3 responde con agilidad y presteza.
Por otro lado, al abandonar el aluvión de botones de generaciones precedentes todo resulta más sencillo de encontrar, y el acabado es también más elegante. Todas las funciones básicas, eso sí, cuentan con botón dedicado, incluyendo el climatizador bizona, gestionado mediante dos ruletas. Además, hay abundancia de espacios donde dejar los objetos, y cabe destacar un espacio dedicado en la guantera para dejar los documentos del vehículo.
El Focus no ofrece, al menos por ahora, un cuadro totalmente digital. Equipa en lugar de ello una pantalla idéntica a la que ofrece el nuevo Fiesta. En ella las distintas opciones de visualización son variadas, con una pantalla resumen que muestra los datos fundamentales del viaje, como el consumo. Ésta se complementa opcionalmente con un Head-up display que no proyecta la información directamente sobre el cristal, sino sobre una lámina de plástico, pero cuya visualización es realmente buena, incluso a pleno sol o con gafas polarizadas.
En el apartado tecnológico, nuestra unidad, al ser manual, no podía lucir totalmente el avanzado paquete de asistencia que Ford denomina CoPilot 360. Sí cabe destacar el buen funcionamiento del control de crucero adaptativo con parada y arranque automático, además del park assist avanzado, que requiere notablemente menos tiempo y espacio que en otros modelos para operar. En nuestra unidad, únicamente era necesario seleccionar la marcha atrás o la marcha adelante, y gestionar la velocidad, siendo el coche el encargado de tomar las medidas para estacionar.
Fuente: ABC.es