La marca alemana presentó el primer furgón Sprinter en 1995. A la fecha hay casi cuatro millones de unidades recorriendo los cinco continentes.
Por estos días Mercedes-Benz está de fiesta, y no precisamente porque alguno de sus autos deportivos esté de aniversario. Para nada. La celebración es en exclusiva del furgón Sprinter, un fiel vehículo de trabajo que se presentó en Alemania hace un cuarto de siglo y que en 2020 alcanza casi las cuatro millones de unidades ensambladas.
El Mercedes-Benz Sprinter nació con la misión de reemplazar al viejo T1 y, por lo mismo, mostró de inmediato sus credenciales de agilidad, fiabilidad y buen consumo. Desde los inicios el Sprinter vino equipado con frenos ABS con discos delanteros y traseros, pero tal vez la clave de su éxito es que se trató de un vehículo también desde los orígenes muy modular.
Estaba disponible como camioneta chasis, plataforma o mini tolva -de cabina doble o simple-, además de la tradicional versión furgón o minibús de cinco o nueve plazas, con techo bajo o alto (para desplazarse sin necesidad de agacharse). Las distancias entre ejes fluctuaban entre los 3.000 mm y 4.025 mm y podía desplazarse con 2.590, 2.800 o 3.500 kilos brutos. Los motores diésel de cuatro o cinco cilindros, y 2.1 hasta 2.9 litros, iban entre los 79 y 143 Hp.
En 2006 nació la generación sucesora, que fue la encargada de seguir engrosando las 1.3 millones de unidades comercializadas. Ahora con más competidores, el Sprinter innovó con una nueva gama de motores más potentes y con una caja manual de seis marchas como estándar. Asimismo, el control de estabilidad adaptativo recibió especial cuidado para funcionar correctamente con los pesos máximos permitidos por cada versión. El eje trasero podía contar con neumáticos de base ancha para soportar más trabajo duro.
Fuente: La Tercera